Una vez dejada la escuela, y pasar al instituto, sin saber por qué, dí un cambio radical, pasar de tener las mejores notas de toda la primaria y un alumno ejemplo, a convertirme en un desastre, y no respetar al profesorado del instituto, sacando consigo unas notas, que jamás en mi vida, pensé que fuera a sacar.
Mis compañeros, comenzaban a faltar a clase, a fumar y a beber, y yo, sin darme cuenta, fuí pasando a ese mismo círculo, un círculo que traía consigo una alimentación peor de la que llevaba antes. Poco a poco, fuí cogiendo peso, peso que lógicamente, era en forma de grasa.
Mis padres, preocupados por mí, como es lógico, no daban crédito a lo que me estaba sucediendo. Cuando este círculo formaba parte de mi rutina diaria, sin esperarlo, conocí a una persona especial, una persona que sin saberlo, cambiaría mi vida por completo, una persona que vió en mí, aquel niño inocente, educado, estudioso, activo que siempre fui.
Sin ninguna prisa, y con la ayuda de esta persona, fui encarrilando mi vida hacia un camino por llamarlo de una manera "más normal", dejando atrás las malas compañías, las faltas a clase, el no respeto en general,... ¡¡¡Digamos que me iluminó un ángel caído del cielo!!!
Dejando atrás aquellas amistades, sólo quedaba dos cosas: una de ellas era dejar de fumar, la otra, perder peso para así mejorar mi salud.
Primero, intenté dejar el tabaco, digo intenté porque nunca me lo propuse en serio, decía la típica frase de... "no fumo más" y en ocasiones, fumaba a escondidas. Más tarde lo confesaba, ya sabéis cosas de adolescentes de 15-16 años. Mientras "intentaba" dejar de fumar, sin darme cuenta, mi ropa me iba quedando pequeña, aunque he de admitir, que aun estando con varios kilos de más, frente al espejo no me veía del todo mal. No hacía caso a las incansables frases de mi familia, si, frases como... "te estás poniendo muy gordo" ó "come más de esto y menos de aquello".
Cuando me quise dar cuenta, ya gastaba una talla 52-54 de pantalón y una XXL de camiseta, no os podéis ni imaginar, lo que era para mí encontrar ropa que me estuviera bien, un calvario y una indignación. Un buen día de camino a la farmacia, mi chica insistió en que me subiera a la báscula, yo, confiado en que mi chica y todos los que me rodeaban estaban equivocados y exageraban sobre mi peso, accedí gustosamente a pesarme, ¿cuál fue mi sorpresa? ver en la báscula 105kg, una altura de 1.70cm, un % grasa que rondaba el 40, y una cara totalmente descompuesta, entonces decidí tomar medidas al respecto.
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¡Muy bueno David, y muy bien explicado! ¡Con ganas de saber más! Un abrazo :)
ResponderEliminarGracias compañero, cada sábado habrá una nueva entrada, un abrazo!!
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